Según el Índice de Libertad Económica, en los dos últimos años, Canadá ha sobrepasado a Estados Unidos hasta convertirse en el país más libre de Norteamérica. Mediante medidas tales como reducir el gobierno y rebajar su tipo del impuesto de sociedades, Canadá ha restablecido su dinamismo económico y ha reducido el desempleo.
Dejando a un lado la casi imposibilidad de crear un índice fiable del “bienestar subjetivo” y usarlo de manera práctica para evaluar la efectividad de las normativas del gobierno, el deseo del gobierno de medir la felicidad de sus ciudadanos es absurdo en el mejor de los casos y peligroso en el peor.
Suecia solía cobrarle impuestos del 60% a las empresas. Ahora los ha rebajado al 26.3%. Como se apuntaba en un reciente artículo de la revista británica Spectator, el ministro de finanzas de Suecia, Anders Borg, nombrado el ministro de finanzas más efectivo de Europa por el Financial Times, ha dado en el clavo fantásticamente bien.
Las sociedades necesitan encontrar maneras de hacer de la educación adulta algo mucho más accesible y mucho más convincente, incluyendo la alfabetización económica y financiera. Si los votantes están mal informados y son fácilmente influenciables por demagogos vendiéndoles políticas cortoplacistas y poco meditadas, hay poca esperanza de corregir el rumbo de las economías capitalistas.