Ante el rápido avance en Irak del letal grupo terrorista autodenominado como Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), los líderes y analistas políticos se muestran preocupados no sólo por la seguridad en la región de Medio Oriente, sino por la amenaza que supone para la seguridad nacional de Estados Unidos.
Corea del Norte puede estar cometiendo un genocidio, según indica un informe publicado recientemente por la firma de Derecho Internacional Hogan Lovells. Al acusar a Corea del Norte de genocidio, el informe de Hogan Lovells va aún más lejos que la Comisión de Investigación de Naciones Unidas (COI), que halló a Corea del Norte culpable de crímenes contra la humanidad pero que no abordó la cuestión del genocidio. No obstante, los hallazgos de ambos informes deberían suscitar una respuesta por parte de la comunidad internacional.
Lo que está pasando en Irak no tiene nada que ver con la política americana. Los enemigos de Estados Unidos no se preocupan de si el Ala Oeste de la Casa Blanca está dirigida por la izquierda o la derecha. Simplemente celebran nuestras derrotas y buscan nuevas oportunidades para hacer retroceder las fronteras de la libertad. Lo que sí es cierto es que se han llevado tres alegrías por lo que está pasando en Irak. He aquí por qué.
El recientemente reeditado libro de Steven Mosher, A Mother’s Ordeal (El sufrimiento de una madre), presenta un fascinante relato del viaje a través de la maternidad de una mujer bajo la política del hijo único en China. “El sufrimiento de una madre” pone rostro a las represivas normativas para el control de la población de la República Popular de China y ayuda a quien lo ve desde fuera a comprender el terrible dilema que supone para las parejas chinas.