La OEA, con Estados Unidos y los auténticos partidarios de la democracia representativa (incluido, esperemos, un Brasil aunque con inclinaciones izquierdistas), deberían trabajar para reconducir la situación hacia unas elecciones libres y justas y aunar el respaldo y el consenso interno dentro de Paraguay para una transición no conflictiva hasta las elecciones así como hacia la restitución del orden y la estabilidad en un país con problemas en su democracia.
Los cerca de cinco meses desde las elecciones de julio hasta la toma de posesión en diciembre del próximo presidente mexicano son una oportunidad para revisar, evaluar y forjar una constructiva agenda bilateral. Este es un periodo demasiado importante para dejar que las relaciones entre Estados Unidos y México languidezcan cayendo en segundo plano durante la campaña presidencial de Estados Unidos.