El jueves pasado, el vocero de la Casa Blanca Jay Carney afirmó que Estados Unidos es “totalmente capaz de defenderse a sí mismo” frente a un ataque norcoreano con misiles balísticos. Sin embargo, Carney no mencionó que la administración Obama ha tratado de debilitar el programa de defensa antimisiles de largo alcance desde que llegó al poder.
En semanas recientes, Pyongyang ha empezado otra ofensiva del encanto más alcanzando Pekín, Washington y Tokio. La iniciativa diplomática sigue a la consagración como líder del muy dinámico y carismático Kim Jong-un, lo que lleva a los expertos a percibir nuevas y sutiles señales de una inminente reforma económica norcoreana y una política exterior menos beligerante.
Trabajar para mantener a Estados Unidos en una posición dominante en la que el país permanezca libre de las coacciones extranjeras no es belicista ni reaccionario. Se trata simplemente de gobernar responsablemente guiándose por el sentido común de que la fortaleza y la independencia naval americanas han sido y probablemente continuarán siendo, necesarias para proteger la pacífica libertad comercial. Podemos agradecer al senador Marco Rubio por poner de relieve esta realidad.
El lanzamiento del misil por parte de Corea del Norte es una severa violación de varias resoluciones de la ONU y no pedirle cuentas por sus acciones socavaría los intentos internacionales de mantener bajo control el comportamiento de este país. La administración Obama debe tomar medidas ya para neutralizar y disminuir la amenaza norcoreana.
Corea del Norte continuará dominando los titulares en 2012 ya que las incertidumbres sobre la transición en el liderazgo incrementan el riesgo de conflicto y de un error de cálculo. Sin embargo, no hace falta que el mundo se convierta en rehén de un déspota y de unas cuantas armas nucleares, existen medidas claras que Estados Unidos, sus aliados y otras naciones que quieren la paz deben tomar para neutralizar y finalmente disminuir la amenaza norcoreana.