Nunca desde la crisis de los misiles de Cuba el mundo había estado más cerca del cataclismo como hoy; evitarlo dependerá de la fortaleza de Occidente y de la inteligencia en la selección de los apoyos y del manejo de la diplomacia y la fuerza para que se pueda evitar un conflicto que pueda llegar a adquirir unas dimensiones que no se nos ocurrirían en nuestras peores pesadillas.