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Cómo la regulación afecta su sueldo

Dinero del contribuyente [1]

El gobierno tiene dos herramientas principales que utiliza para lograr sus objetivos: Impuestos y regulación.

Los impuestos son lo que mejor se entiende ya que son directos: todo el mundo paga algún tipo de impuesto. El gobierno toma ese dinero y lo gasta en servicios  públicos tales como las fuerzas armadas, las cortes de justicia, las carreteras y demás.

Pero la regulación no se entiende tan bien. La regulación consiste en que el gobierno les dice a las empresas qué pueden y qué no pueden hacer; sin embargo, pocos americanos ven cuando estas órdenes se dan o se llevan a cabo. No obstante, la regulación del gobierno es muy costosa, pues en realidad es una categoría oculta de impuestos. Y estas regulaciones nos cuestan empleos y una parte de nuestros sueldos.

Según la Administración de Pequeñas  Empresas de Estados Unidos (U.S. Small Business Administration), una agencia de nuestro gobierno federal, el costo de la regulación para los americanos y nuestras empresas llega a casi $2 billones  anuales. Se trata de una cifra gigantesca, casi tan grande como la de los impuestos federales, que alcanzaron los $2.7 billones en 2013.

Resulta caro tener que seguir estas reglas. Una carga regulatoria de $2 billones para los americanos equivale a un costo igual al tamaño de la economía de California, nuestro estado más grande, o al de las economías de Canadá o la India, dos de las mayores economías  del planeta.

Además, el gobierno crea nuevas regulaciones cada año, aumentando aún más este costo.

Se estima que la nueva Ley de Cuidado de la Salud Asequible  (también conocida como “Obamacare”) añadirá 127 millones de horas de trabajo anuales a los americanos para el papeleo regulador. A modo de comparación, la construcción del edificio Empire State llevó 7 millones de horas de trabajo. Así que las nuevas regulaciones de la ley de salud son tan costosas como si se exigiese que los americanos y las empresas crearan 18 edificios Empire State cada año.

Esto afecta directamente los resultados de las empresas, perjudicando los salarios de los empleados y el crecimiento del empleo. La Administración de Pequeñas Empresas dice que estas regulaciones les cuestan a las grandes empresas aproximadamente $8,000 por empleado. Para las pequeñas empresas, esa cifra asciende a $11,000 por cada empleado.

Las pequeñas empresas crean la mayor parte de los nuevos empleos y un costo regulador de $11,000 por trabajador hace que la contratación de personal sea muy dificultosa. Esto también reduce los salarios y beneficios que se le pudiera pagar al personal existente.

Debido a que es tan difícil poder calcular con precisión el costo de nuevas regulaciones, los políticos a menudo proponen nuevas leyes para regular a las empresas sin mencionar el impacto real que estas leyes tienen, al igual que lo tienen los impuestos, sobre cuánto se les paga a los americanos y si tendrán más oportunidades de empleo.

Tendríamos una economía más saludable y más competitiva si todos los americanos, así como los medios de comunicación, exigieran que los políticos se tomasen más en serio el verdadero costo de nuevas regulaciones y exigieran que los cargos electos tengan que responder por su gestión en la reducción del enorme costo de la vieja regulación.

 

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