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El valor del primer empleo: Mark Cuban

Mark Cuban [1]No siempre se adquiere visión de negocio en las salas de juntas ni en las largas conversaciones telefónicas con los clientes. A veces, habilidades profesionales valiosas, como la iniciativa propia y la capacidad resolutiva se moldean a temprana edad. Muchos de los emprendedores más reconocidos del país empezaron a trabajar muy pronto y muy lejos del brillo de las grandes empresas de Estados Unidos.

Hoy destacamos a Mark Cuban, el inversionista multimillonario y participante del programa Shark Tank, de la ABC. Décadas antes de que Cuban jugara a ser “tiburón” para empresas de nueva creación necesitadas de capital, sólo era un niño de 12 años enamorado de unas caras zapatillas de baloncesto. Cuando Cuban le pidió a su padre que se las comprara, éste se negó [2] diciéndole “Cuando tengas un trabajo, podrás comprarte lo que quieras”.

Así que Cuban salió a buscar trabajo. Un amigo de su padre le sugirió que vendiera bolsas de basura a seis dólares la caja, algo que hizo sin dudar (el costo de cada caja era de tres dólares, lo que suponía un margen de beneficio de tres dólares para el joven vendedor). Como explica el propio Cuban, fue “puerta a puerta” vendiendo bolsas de basura a las familias de su barrio hasta que la demanda disminuyó. Mientras tanto, Cuban aprendió a negociar precios y a aplacar las objeciones de sus clientes explicándoles que pagarían más por el mismo producto en el supermercado.

“Ahí es donde aprendí a vender”, comenta [2] este multimillonario inversionista. “Aprendí a satisfacer una necesidad y a resolver problemas”, dos habilidades que aplicaría con éxito en sus diferentes aventuras empresariales dentro del sector de la tecnología.

Espoleado por su padre, Cuban aprendió también otra valiosa lección: la importancia del trabajo duro, incluso si eso implica empezar en algo completamente nuevo. Como escribió Richard Feloni, de Business Insider, en su reciente perfil [3] sobre Cuban: “Desde ese momento en adelante, nunca dejó de idear nuevos planes de negocio”. Y Cuban tampoco olvida jamás de lo que puso los cimientos de su inventiva: cargar bolsas de basura y tocar puertas.

Lo cual no hace sino demostrar cómo la basura de una persona puede ser, literalmente, el tesoro de otra.

 

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