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¿Fin a la selección escolar?

[1]En atención a los cada año peores resultados obtenidos por algunos de los denominados colegios emblemáticos o de excelencia académica administrados por los municipios, es que un grupo de congresistas chilenos han anunciado que legislarán en favor de dichas escuelas, concediéndoles mayores opciones de escoger  a sus alumnos, respecto a las que contempla la hace poco promulgada Ley de Inclusión. En dicho cuerpo legal, a estas escuelas de excelencia se les permite seleccionar bajo un criterio bastante complejo un porcentaje menor de sus alumnos a partir de casi terminada la educación primaria.

Se argumenta que esos establecimientos educacionales son grandes fuentes de movilidad social, que poseen un rol gravitante en la sociedad chilena y que sus proyectos educativos deben apoyarse por eso. Según el parecer de dichos congresistas, entre los cuales se encuentran incluso algunos adictos al gobierno izquierdista de Michelle Bachelet, la selección en los procesos de admisión escolar ya no es tan perversa como se venía postulando durante los últimos años. Recordemos que el cuerpo legal que prohíbe la selección en los colegios, entre la educación pre escolar hasta casi terminar la educación primaria,  data del año 2009. A la anterior legislación, denominada Ley General de Enseñanza, se debe agregar la Ley 20.845, denominada de Inclusión, promulgada el año 2015, la cual prohíbe, salvo contadas excepciones, la selección en todo el sistema escolar y regula la admisión de los estudiantes a las escuelas, eliminando dichos procesos y traspasa la responsabilidad de la admisión escolar a un programa computacional, donde las familias indican las escuelas de su preferencia, existiendo la opción de que aleatoriamente el sistema le asigne a las familias un establecimiento educacional  que no sea de su preferencia. Situación que ya ha evidenciado molestias en una sociedad acostumbrada a escoger la educación para los suyos y en la cual la selección en el ámbito escolar nunca fue un problema.

El Estudio Nacional de Opinión Pública N° 52 realizado el año 2006 por el Centro de Estudios Públicos (CEP) consultó por la realidad de la selección escolar en Chile, preguntándoles a los encuestados, si al momento de matricular a sus hijos lo pudieron hacen en la escuela de su preferencia. La encuesta arrojó que solo el 5% de los consultados no lo pudo hacer. Este antecedente no deja de ser menor, dado que nos indica que Chile, cuándo la selección escolar no se encontraba prohibida, ya era un país de baja selectividad escolar. Como se señaló, para las familias chilenas la selección escolar nunca fue un problema, sin embargo, hoy sí lo es. Ejemplo de esto, es la encuesta a padres sobre la reforma escolar realizada el año 2014 por el centro de estudios Libertad y Desarrollo, la cual indica que un 13% de los consultados tuvo limitaciones a la hora de escoger la escuela que deseaban para sus hijos. Curiosa paradoja.

No hay motivos para ver como algo indeseable la selección en los procesos de admisión escolar. En no pocos países de la OCDE los educandos asisten a escuelas que bajo algún criterio seleccionan a sus alumnos, siendo ese criterio en su mayoría, el historial académico. Existen otros criterios utilizados, por ejemplo, la residencia en determinada zona geográfica, presencia o no de recomendaciones, adhesión a proyectos educativos, testimonios de determinadas creencias religiosas o filosóficas, programas especiales de educación, asistencia de otros miembros de la familia, entre otros. La selección no es más que un criterio de política escolar y no algo arbitrario o de suyo discriminador. Prueba de esto es que el proyecto de ley impulsado por el Gobierno de Michelle Bachelet, que crea el Sistema de Educación Pública, Mensaje 1174-363, plantea que los colegios emblemáticos o de excelencia, combinen la selección académica con criterios socioeconómicos. Propuesta que sigue siendo bastante limitante.

Además no hay antecedentes robustos, tanto teóricos como empíricos, ni mucho menos proyecciones, que señalen que la presencia de procesos de selección de admisión a las escuelas sea perjudicial para la calidad de los sistemas escolares. Lo anterior incluso dentro de las mismas secuelas. Por ejemplo, al respecto, el académico chileno José Joaquín Brunner en el libro “La reforma al sistema escolar: aportes para el debate”, editado por la Universidad Diego Portales el año 2007, anota que: “De hecho, en Chile, a pesar de la homogeneidad segmentada de su sistema escolar, prevalece una alta variación de resultados dentro de las escuelas”.

La actual preocupación respecto a la prohibición de la selección en todo el sistema escolar recién instaurada, es evidencia de la improvisación con que se legisla. Pero además, la inquietud de todos aquellos que se muestran a favor de permitir la selección en los liceos emblemáticos o de excelencia, hace resaltar un elemento muy perjudicial, a saber, la arrogancia propia de quienes pretenden saber qué es lo que más les conviene a los demás. Abogar por una legislación que le permita a unas escuelas y a otras no, implementar procesos de selección de alumnos es una clara arbitrariedad, la cual deja en evidencia que quienes accidental y temporalmente ocupan posiciones de poder, subvaloran toda una serie de diversos proyectos educativos que libremente emanan de la sociedad, proyectos educativos que para ellos carecen de la importancia para permitirles seleccionar a sus alumnos.

La educación, tiene entre sus funciones el reproducir en las unidades académicas los valores y principios que son compartidos en el interior de la familia. Si a aquellas se les limita o lisa y llanamente se les imposibilita la oportunidad de caucionar, mediante las escuelas de su elección, por aquellos valores y principios, la libertad de enseñanza desaparece, convirtiéndose en meras bocanadas de aire que se las lleva el viento, y la discusión, como hemos visto en otros países, empieza a enfocarse, por ejemplo, en los símbolos o ritos que pueden expresarse abiertamente en las escuelas. No hay motivo para que en Chile se transite por ese camino y no resulta oportuno que el Estado suprima los procesos de selección, los que no hacen más que velar por la libertad de enseñanza.

 

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