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Después de bin Laden: No a la retirada de Afganistán


WEBMEMO #3259

La  muerte de Osama bin Laden debería fortalecer la determinación de Estados Unidos por estabilizar Afganistán y garantizar que no volverá  a servir como refugio seguro para terroristas decididos a atacar territorio americano. [1]Si bien la muerte de bin Laden marca un punto de inflexión en la lucha contra el terrorismo global, al-Qaeda y sus organizaciones afiliadas no se disolverán de forma inmediata.

Retirar las tropas estadounidenses de Afganistán, más allá de lo que pueda estar justificado por las condiciones sobre el terreno, sería desperdiciar el beneficio de la eliminación de bin Laden quien parece haber jugado un papel importante en la dirección de los ataques contra Estados Unidos hasta su muerte hace dos semanas.

Más bien, Estados Unidos debería tomar como punto de partida la muerte de bin Laden para avanzar en su estrategia afgana, tratando de convencer a los dirigentes talibanes de que rompan finalmente los lazos con al-Qaeda y participen en un proceso de paz legítima en Afganistán.

Al-Qaeda versus los Talibanes

La primera reacción pública de los talibanes a la muerte de bin Laden no muestra señales de compromiso. De hecho, los talibanes dijeron que la muerte de bin Laden podría dar un nuevo impulso a su “yihad contra los invasores”.

Sólo el tiempo dirá si la muerte de bin Laden provoca una reevaluación dentro de las filas talibanes sobre la sensatez de seguir siendo aliados de al-Qaeda, cuyos ataques terroristas fueron responsables de atraer la ira de las fuerzas americanas sobre los talibanes en primer lugar. Hablar de la retirada de tropas en este momento crucial probablemente inclinaría la balanza en la dirección equivocada, hacia el fortalecimiento de aquellos talibanes que abogan por la continuación de la lucha, ya que podrían argumentar que es sólo cuestión de tiempo antes de que Estados Unidos y las fuerzas de la coalición se marchen de la región. Por otro lado, ver un continuado cometido americano contra los insurgentes talibanes en Afganistán y en perseguir a los agentes de al-Qaeda estacionados en Pakistán finalmente podrían ayudar a convencer a los líderes talibanes que está en su interés rechazar al-Qaeda y entablar conversaciones con las fuerzas de coalición y el gobierno afgano.

Algunos miembros del Congreso sostienen que debido a que la mayor parte de la dirección central de al-Qaeda se encuentra ubicada dentro de territorio pakistaní, Estados Unidos ya no tiene que llevar a cabo una estrategia de contrainsurgencia contra los talibanes en Afganistán. Pero esta línea de pensamiento ignora el hecho de que los talibanes y al-Qaeda en la actualidad mantienen una relación simbiótica. La amenaza terrorista se extiende por la frontera entre Afganistán y Pakistán, así que lo que sucede en un país repercute directamente en el otro. Por otra parte, se cree que los líderes de al-Qaeda proporcionan a los talibanes recursos esenciales y conocimientos de técnicas en el campo de batalla.

No sacrificar los recientes beneficios

Si bien la transición a la seguridad dirigida por los propios afganos está empezando, precipitar la salida de las tropas de Estados Unidos fuera de la región significaría correr el riesgo de sacrificar los logros alcanzados en los últimos seis meses. Un informe reciente del Departamento de Defensa señaló que Estados Unidos y las fuerzas de la coalición han hecho “progresos tangibles” al detener el impulso de la insurgencia en gran parte de Afganistán y desbaratar la cúpula de las redes insurgentes [1]. Las fuerzas de seguridad afganas están aumentando en tamaño y calidad y están asumiendo un papel más grande en operaciones de seguridad. Este avance permitirá la transición de las responsabilidades de seguridad a las fuerzas afganas en siete zonas del país este verano.

El pasado otoño, la administración Obama dio marcha atrás respecto a la fecha de la retirada fijada para julio 2011 y anunciada por el presidente Obama inicialmente en diciembre de 2009; más recientemente, ha hecho hincapié en el año 2014 como fecha para la finalización de las operaciones de combate en Afganistán. Aparentemente, oficiales americanos reconocieron lo perjudicial que julio de 2011 es como fecha de retirada para la estrategia global estadounidense en Afganistán y sabiamente se decidió cambiar de rumbo. El año pasado, la OTAN también manifestó estar de acuerdo con el cronograma de 2014.

Existe la preocupación de que aquellos en la administración que originalmente presionaron para implementar un apretado cronograma de retirada intentarán utilizar la muerte de bin Laden para reavivar sus argumentos en favor de una rápida reducción del nivel de tropas americanas en Afganistán. Los comandantes militares americanos sobre el terreno son los más indicados para llevar a cabo las evaluaciones y recomendaciones acerca del ritmo y el alcance de la retirada de tropas americanas. Asimismo ellos han indicado que es demasiado pronto para determinar el impacto de la muerte de bin Laden sobre la situación de la insurgencia talibán en Afganistán.

El camino a seguir

En lugar de utilizar la operación de bin Laden para justificar la retirada de tropas a gran escala de Afganistán, los responsables políticos de Estados Unidos deberían tratar de potenciar el desarrollo para consolidar los logros alcanzados en el campo de batalla en los últimos seis meses. Esto es posible sólo si los actuales niveles de las tropas estadounidenses siguen siendo en gran medida estables en zonas clave del sur que recientemente han entrado bajo el control de la OTAN/Afganistán. Mientras que alguna retirada de tropas parece inevitable este verano, deberían ser mínimas y basadas únicamente en las condiciones del terreno.

Estados Unidos al mismo tiempo debería tratar de convencer a los talibanes de que tienen más posibilidades de jugar un papel en la política afgana si ellos rompen sus lazos con al-Qaeda y procuran entablar conversaciones con la coalición y las fuerzas afganas. Estados Unidos debería aprovechar la confusión que probablemente la muerte de bin Laden ha causado dentro del movimiento talibán. Los talibanes deben estar sopesando el impacto de la muerte de bin Laden sobre el futuro de al-Qaeda y su capacidad para permanecer unida, proyectar influencia y atraer financiación y nuevos reclutas. Estados Unidos debería demostrar que está decidido al desmantelamiento del resto de la cúpula de al-Qaeda para convencer a los talibanes de que su constante asociación con el grupo pondrá en peligro su propio futuro.

No a la retirada

La muerte de bin Laden puede marcar un punto de inflexión en la lucha contra el terrorismo. Pero usarlo como pretexto para la rápida retirada de las tropas en Afganistán es imprudente y probablemente supondría un desastre para la región en la que una gran cantidad de grupos radicales islamistas amenazan la estabilidad tanto en Afganistán y como en el nuclear Pakistán.
Cualquier retirada arbitraria de Afganistán por parte de Estados Unidos abriría la puerta a los talibanes para que recuperen influencia en la región y permitiría la reagrupación y reactivación de al-Qaeda y sus organizaciones afiliadas. Estados Unidos necesita más bien aprovechar su ventaja en Afganistán y demostrar su compromiso para ayudar a garantizar la estabilidad a largo plazo en la región.

Lisa Curtis es investigadora sénior especializada en temas del Sur de Asia en en el Centro de Estudios Asiáticos de la Fundación Heritage.
La versión en inglés [2] de este artículo se publicó en Heritage.org.
Referencias
[1] Departamento de Defensa de Estados Unidos, Report on Progress Toward Security and Stability in Afghanistan and United States Plan for Sustaining the Afghanistan National Security Forces, abril 2011, en http://www.defense.gov/news/1230_1231Report.pdf (17 mayo 2011).