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Por qué las armas químicas de Irak son un peligro latente

Bandera del EIIL [1]El New York Times publicó un extenso artículo el miércoles sobre las armas químicas encontradas en Irak. Como se trata de armas químicas, el New York Times denunció que es culpa de la administración Bush y del Pentágono, que supuestamente encubrieron los riesgos médicos que las armas ilegales planteaban para soldados americanos e iraquíes.

En esencia, exonera al régimen iraquí de Sadam Husein, que construyó las armas ilegales, las utilizó contra Irán y contra su propia oposición kurda y que no las destruyó incumpliendo así las condiciones establecidas en numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.

El artículo también pasa por alto que los descubrimientos de armas químicas iraquíes socavan el argumento progresista para las negociaciones de control de armas. Para Sadam Husein, al igual que para el dictador libio Muamar Gadafi y el dictador sirio Bashar al-Assad, fue fácil violar los acuerdos de desarme desde el principio.

Gadafi nunca entregó todas sus armas químicas, según lo dispuesto en un acuerdo de 2004. Tampoco lo hizo Assad, que redobló su apuesta y continuó lanzando ataques con gas de cloro después de negociar un acuerdo de desarme de 2013 con la administración Obama y que fue aclamado por el New York Times.

Para empeorar las cosas, el régimen de Assad podría no ser la única banda de delincuentes con armas químicas dentro de Siria. El Estado Islámico (EIIL o EI) supuestamente también ha usado ya armas prohibidas en su ofensiva para conquistar la ciudad de Kobani. En julio, tres combatientes kurdos fueron asesinados por lo que parecía ser un agente vesicante que les dejó quemaduras y manchas blancas en la piel.

El Estado Islámico pudo haberse hecho con el agente químico, posiblemente gas mostaza, cuando ocupó la gobernación iraquí de Mutana, el antiguo centro del programa de armas químicas de Irak en junio. Aunque las municiones químicas almacenadas allí supuestamente estaban en desuso y no aptas para uso militar, el Estado Islámico podría haber encontrado la manera de transportarlas y usarlas de manera segura.

También hay informes no confirmados de los ataques con gas de cloro lanzados por el Estado Islámico en Irak.

La inquietante perspectiva de que el Estado Islámico haya adquirido estas terribles armas añade mayor urgencia aún a la misión de derrotar al movimiento fanático.

Pero ése no fue el giro que le dio el New York Times a su noticia y sus posteriores comentarios.

Uno podría haberse esperado que se centraran en la duplicidad y falta de palabra de Sadam Husein ante su obligación legal de destruir sus armas químicas, tal y como lo denunció el gobierno de Bush antes de la guerra de Irak en 2003.

Pero eso podría ser mucho esperar.

En su lugar, el artículo se centró en un presunto encubrimiento del gobierno de Estados Unidos de las lesiones sufridas por el personal americano e iraquí expuesto a las municiones químicas y la falta de tratamiento médico adecuado después de verse expuestos.

Un editorial del New York Times relacionado con el tema sostuvo: “Estas armas no son las armas químicas y biológicas de destrucción masiva que el gobierno de George W. Bush usó como excusa para embarcarse en la guerra de Irak y que resultó ser que no existían”.

No importa que la recuperación de más de 4,500 municiones químicas proporcione una prueba más de que el régimen de Sadam Husein no cumplió con sus obligaciones de desarme después de la Guerra del Golfo de 1991 a pesar de las numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU requiriendo que demostrara a los inspectores de la ONU que había destruido todas sus armas químicas.

Éstos son los hechos que importan y no lo que el New York Times eligió destacar.

 

La versión en inglés [2] de este artículo está en DailySignal.com.