En la jungla sin ley que es el sistema internacional, las naciones rara vez pueden permitirse el lujo de elegir el bien o el mal. Por lo general se trata de elegir un mal menor o mayor. Es lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial, cuando nos aliamos con Stalin para detener a Hitler, y es lo que sucede hoy en el caso de Arabia Saudita contra Irán.
El deseo del presidente Obama de lograr un nuevo Medio Oriente caracterizado por un equilibrio de poder entre los principales Estados de la zona permitiría que Estados Unidos se desentendiera de una región que ha absorbido los recursos nacionales. Pero, como está descubriendo, es más fácil verse absorbido por Medio Oriente que salir de él.