En América Latina y el Caribe, el viejo debate del siglo XX sobre si formar parte del sistema capitalista global hace tiempo que acabó, siendo sustituido por un consenso virtual acerca de la importancia del comercio y la inversión internacionales. Sin embargo, ha surgido una nueva división sobre cómo abordar el auge de las economías asiáticas.
Es esa época del año otra vez y las ventas para la vuelta al colegio van a todo vapor. Pero antes de que los padres aprovechen entusiasmados todas las gangas, harían bien en tener en cuenta este hecho preocupante: casi todo lo que compran, desde mochilas, loncheras hasta lápices, cuesta más debido a los aranceles – los impuestos a las importaciones.
La Autoridad de Promoción del Comercio (TPA) hace varias cosas positivas. Por ejemplo, le ofrece al presidente un espacio para que el Congreso llegue a acuerdos con el fin de realizar votaciones a favor o en contra de acuerdos comerciales, sin posibilidad de enmiendas. Por tanto, ofrece la posibilidad de una votación a favor de un acuerdo, siendo este generalmente bien recibido por los partidarios del libre comercio. No obstante, no queda muy claro qué debería estar fomentando la TPA en estos momentos.
En lo que respecta al comercio, el objetivo último de los conservadores debería ser la eliminación de los aranceles, no sólo reducir la cuantía de algunos o incluso de todos, sino excluirlos completamente de las transacciones comerciales y hacer tan difícil como sea posible el imponer o amenazar con imponer aranceles (o cuotas).
Los presidentes de la “Alianza del Pacífico” (Chile, Colombia, Perú y México) se reunieron la semana pasada en Cali, Colombia, para firmar un acuerdo que elimina los aranceles sobre el 90% de su comercio de mercancías. Sin duda, se trata de una buena noticia. El Congreso y la administración Obama deberían prestar más atención a este bloque comercial, considerablemente más pragmático y menos ideológico que otros de la región (por ejemplo, la ALBA, el CELAC y UNASUR, todos ellos chavistas).