Raúl Castro está teniendo una buena racha tanto en casa como en el extranjero. Por ahora, parece que se está desempeñando bien, incluso por encima de lo previsto. Por desgracia y mientras tanto, la administración Obama anda ocupada en demasiados frentes, desde el embargo de fondos hasta la crisis en Siria y está todavía tratando de localizar Latinoamérica en el mapa.
El pasado 28 de enero en Santiago de Chile, el nuevo organismo regional, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), traspasó su presidencia rotatoria al dictador de Cuba, Raúl Castro. La CELAC, según su principal patrocinador, el presidente de Venezuela Hugo Chávez, es parte de un proyecto histórico para forjar una unión latinoamericana-caribeña que excluya de manera consciente a Estados Unidos y Canadá. No obstante, su carta fundacional indica que la CELAC existe para fomentar la democracia y los derechos humanos.
Chávez y compañía finalmente tendrán éxito clavándole un puñal en el corazón a la OEA. En pocas palabras, según un editorialista pro-democracia, “es probablemente seguro asumir que el 2 de diciembre, la anti-OEA será fundada, una organización que se pondrá en marcha sin una Carta Democrática Interamericana y sin una Corte Interamericana de Derechos Humanos”.