La historia nos ha enseñado a través del tiempo y de las víctimas de injusticias toleradas en nombre del “bien común” que un gobierno demasiado poderoso es capaz de cometer atrocidades y abusos incluso en contra de su propia gente. Sin embargo, tampoco debemos olvidar los peligros de un Estado sin orden, sin leyes y sin una autoridad que vele por la justicia. Esto es lo que alarma a aquellos que se rehúsan a ser críticos con el Estado omnipresente.
Todas las reivindicaciones de derechos no son iguales y, como la Declaración Universal de la ONU de los Derechos Humanos se estire y se retuerza para abarcar cada vez más reivindicaciones de derechos sociales y económicos, a veces en conflicto directo entre sí, los derechos humanos naturales estarán en peligro.
Muchos americanos ignoran que los derechos humanos son derechos fabricados y no son los mismos que los derechos naturales dotados por Dios o la naturaleza. Lo que a menudo se denomina como “derechos humanos” en la actualidad son constructos sociales y son fundamentalmente incompatibles con el criterio de los Fundadores sobre los derechos naturales.