Latinoamérica tiene una perspectiva pesimista en lo político. Llueven las denuncias de corrupción y tráfico de influencias, basta ver como el panorama de Brasil, Guatemala, Chile y Argentina tienen similitudes casi calcadas: corrupción en empresas estatales para beneficiar a familiares, tráfico de influencias con empresarios mercantilistas y financiamiento irregular de campañas políticas. La solución es siempre la misma: Más Estado y más políticos – para acabar siempre igual, con otra ronda de más Estado y más políticos.
Al mirar el continente americano podemos ver cómo muchos de los países que la componen han comenzado, o ya han caído, en el populismo, ideologización y demagogia, lo cual plantea un gran desafío para quienes creemos en la promoción de la libertad, el gobierno limitado y la responsabilidad individual ya que su resultado es la prosperidad.
Pero, ¿por qué países que en el siglo XIX inicialmente se inspiraron en el liberalismo clásico acabaron en estas circunstancias?