Estados Unidos ha llegado a una encrucijada en su política educativa. Un camino lleva hacia la opción escolar y la personalización; el otro hacia la centralización y la uniformidad. Si nuestro objetivo es una enseñanza centrada en el alumno, únicamente el camino hacia la opción escolar nos llevará a él. Y eso incluye la libre opción escolar en cuanto a estándares y evaluaciones.
Dos fuerzas enfrentadas están en estos momentos luchando por el sistema educativo K-12 de Estados Unidos.
Una supone una iniciativa para inculcar la opción escolar en un sistema que lleva mucho tiempo estancado, facultando a los padres con la capacidad de enviar a sus hijos a la escuela que satisfaga sus necesidades de aprendizaje específicas. La otra es un empeño por centralizar aún más la educación mediante los Estándares Centrales Comunes y sus exámenes a nivel nacional.
Por todo el país, los estados se están moviendo para facultar a los padres con un mayor control sobre la educación de sus hijos mediante normativas como la opción escolar. Este tipo de normativa, la no centralización de los estándares académicos, es la que mejor satisface las necesidades únicas de los estudiantes.