He visto repetidos tres viejos argumentos sobre Estados Unidos. El primero es que el intervencionismo salvó al capitalismo de la crisis de 1929. El segundo es que EE.UU. es un país severamente intoxicado por el liberalismo. Y el tercero es que estamos amenazados por unos siniestros liberales (en el sentido europeo) que van a destruir el Estado de Bienestar y, horror mayúsculo, nos van a retrotraer al siglo XIX, donde los ricos pagaban pocos impuestos.
Esa obligación es tan importante ahora como lo era hace 70 años cuando Estados Unidos se enfrentó a uno de sus mayores desafíos. Tal como se hizo entonces, el Congreso y el presidente deberían garantizar que el gobierno federal cumpla con su responsabilidad hoy en día y financie plenamente a nuestras fuerzas armadas.