En el período inmediatamente posterior a la caída de Gadafi, Washington deberá seguir alerta para asegurarse de que los arsenales de armas químicas y otras armas peligrosas del régimen estén puestos bajo seguro con la mayor cooperación que sea posible con el nuevo gobierno de Libia para así evitar que caigan en manos de terroristas.
Washington debería posibilitar una reconciliación posguerra y un consenso entre las muchas facciones políticas, tribales y locales que han surgido en Libia para llenar los vacíos dejados por el colapso del régimen. Estados Unidos también puede ayudar a la reconstrucción de Libia, en particular para que se repare con prontitud la dañada infraestructura petrolera de Libia, a fin de que las exportaciones de petróleo de Libia regresen a la mayor brevedad posible a sus niveles previos.