La gente que produce su dinero trabajando y arriesgándolo quiere protegerlo de la inmensa voracidad del Estado que no sabe ya cómo exprimirnos más. ¿Por qué hay que castigar el éxito? ¿Por qué un artista o un futbolista ¡o cualquiera! tiene que pagar más de la mitad de sus ingresos al Estado? ¿Dónde está lo moral en ello? ¿Cuánto es lo justo?
Cuando escuchamos el término “ganancias” en las noticias, a menudo la palabra se utiliza para explicar otra cosa. A veces, tener ganancias se enmarca de una manera que despierta desconfianza o ganas de penalizarla. Por ejemplo, he aquí un titular de la Radio Nacional Pública (NPR): “Récord de ganancias de petroleras suscita críticas”.
No ponga mucha fe en la idea de que los políticos en general saben de economía. Muchos ciudadanos lo creen y se basan en la premisa de que “por algo los habrán elegido, si no, no estarían ocupando el cargo…” Pero la realidad es otra, mire a la pobre Venezuela o el giro negativo que está dando el hasta ahora próspero Chile.