Piense en el problema de deuda de nuestro país como en un paciente con un cáncer que amenaza su vida. El paciente acaba de comprender que la progresión de la enfermedad se ha ralentizado un poco. Sería absolutamente estúpido ver el cáncer como algo menos serio y sería el culmen de la estupidez posponer la desagradable cirugía prescrita.