La conclusión es que a menos que haya una reducción significativa de puestos permanentes en la ONU (que también podría lograrse mediante la eliminación de los muchos obsoletos, redundantes, o ineficientes mandatos de la ONU que requieren personal para cumplir con fines sin sentido) o una reducción significativa en salarios del personal y costos relacionados, las reducciones reales y duraderas en el presupuesto ordinario de las Naciones Unidas no estarán al alcance deseado.