En materia de alimentación, lo que sucede en Venezuela es bien visible. Basta mirar el redondo estado físico de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello para advertir fácilmente que ellos están realmente muy lejos de las privaciones alimenticias y que de la palabra “hambre” no tienen ninguna noticia. ¿Y el pueblo?
Hay miles de personas que no se están muriendo de hambre en Míchigan. Este impactante acontecimiento tiene lugar a pesar de una de las peores cosechas que se recuerde. Con la escasa producción recogida en los huertos y campos locales, había quien se temía lo peor. Pero a pesar de la sequía, los supermercados tiene llenos los estantes y además a unos precios razonables.
Si como nación hemos de tener siempre una política sensata contra la pobreza, esta se debe basar en información precisa sobre el alcance, la gravedad y las causas de la verdadera privación. La exageración y la desinformación no benefician ni al contribuyente, ni a los pobres, ni a la sociedad en general.