El campo de controversia pública en torno a los temas culturales (especialmente aquellos relacionados con las mujeres y la reproducción) puede dar la impresión de que vivimos en una sociedad inevitablemente dividida con diferencias incompatibles. Sin embargo, la sentencia del caso de Hobby Lobby sugiere que dicha impresión es exagerada.
Por todo el país han estado surgiendo casos en los que algunas personas no han querido hacer pasteles de boda o tomar fotos para ceremonias nupciales entre parejas del mismo sexo, por lo que el gobierno las ha castigado. Esta semana, la gobernadora de Arizona, Jan Brewer (R), vetó un proyecto de ley que habría implementado protecciones para la libertad religiosa en su estado. Nos reunimos con Ryan T. Anderson, analista de la Fundación Heritage adscrito a la donación William E. Simon para Religión y una Sociedad Libre, con el objetivo de obtener algunas respuestas acerca de este debate.
En el titular se puede leer “Licencia para discriminar”. Y el editorial del New York Times continúa después afirmando que Arizona acaba de aprobar “medidas nocivas que les dan a las empresas y a las personas amplios derechos para negar sus servicios a las parejas del mismo sexo en nombre de la protección de la libertad religiosa”.
La libertad religiosa es un derecho fundamental garantizado por la Primera Enmienda de la Constitución, no es un mero “valor” cuya importancia está sujeta a la devaluación por parte de una determinada normativa de la administración. Lamentablemente, una devaluación de este principio básico es exactamente lo que hemos estado viendo por parte de la administración Obama, que un año después de que tal apoyo de boca para afuera a la libertad religiosa se ha mantenido firme a su mandato original a pesar de las amplias e intensas protestas religiosas en su contra.