La OEA, con Estados Unidos y los auténticos partidarios de la democracia representativa (incluido, esperemos, un Brasil aunque con inclinaciones izquierdistas), deberían trabajar para reconducir la situación hacia unas elecciones libres y justas y aunar el respaldo y el consenso interno dentro de Paraguay para una transición no conflictiva hasta las elecciones así como hacia la restitución del orden y la estabilidad en un país con problemas en su democracia.
Chávez y compañía finalmente tendrán éxito clavándole un puñal en el corazón a la OEA. En pocas palabras, según un editorialista pro-democracia, “es probablemente seguro asumir que el 2 de diciembre, la anti-OEA será fundada, una organización que se pondrá en marcha sin una Carta Democrática Interamericana y sin una Corte Interamericana de Derechos Humanos”.