La OEA, con Estados Unidos y los auténticos partidarios de la democracia representativa (incluido, esperemos, un Brasil aunque con inclinaciones izquierdistas), deberían trabajar para reconducir la situación hacia unas elecciones libres y justas y aunar el respaldo y el consenso interno dentro de Paraguay para una transición no conflictiva hasta las elecciones así como hacia la restitución del orden y la estabilidad en un país con problemas en su democracia.