Hace ya un año desde que el abortista Kermit Gosnell fue condenado por asesinato en primer grado y homicidio involuntario tras matar a tres neonatos y causar la muerte a una madre en su clínica de Filadelfia Oeste. Pero, según un grupo de expertos en normativa, legislación y medicina que se reunió en la Fundación Heritage, las ruinosas salas de operaciones, el sucio instrumental y las prácticas poco seguras que pasaron inadvertidas durante dos décadas en la clínica de Gosnell siguen siendo demasiado comunes en Estados Unidos.