El mayor tributo que se puede hacer al legado de Martin Luther King, Jr., no es nombrar una calle en su honor o celebrar una fiesta nacional. Es dar nuestro reconocimiento y apoyo a aquellos que trabajan para cristalizar su visión, que empodera a aquellos que se enfrentan a los mayores obstáculos mediante relaciones personales que restauran la fibra moral de la sociedad civil sin la necesidad de intervención gubernamental federal.