No pude evitar el déjà vu. Me lo recordó Eduardo Suárez, profesional del mundo de la imagen con un fino instinto para la noticia. La imagen de Hugo Chávez expulsada de la nueva Asamblea Nacional venezolana me trajo a la memoria los inolvidables episodios del fin del comunismo europeo, con las estatuas de Stalin rodando por el suelo en medio de una gloriosa polvareda.
En la jungla sin ley que es el sistema internacional, las naciones rara vez pueden permitirse el lujo de elegir el bien o el mal. Por lo general se trata de elegir un mal menor o mayor. Es lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial, cuando nos aliamos con Stalin para detener a Hitler, y es lo que sucede hoy en el caso de Arabia Saudita contra Irán.
Los Castro han cumplido 57 eneros en el poder. A estas alturas, la curiosidad general se limita a formular tres preguntas inquietantes: ¿por qué han durado tanto? ¿Es un fracaso, como dicen sus adversarios, o un éxito, como aseguran los simpatizantes? ¿Qué sucederá después de este larguísimo gobierno, el más prolongado de la historia de América?