El 9 de noviembre, Día Mundial de la Libertad, se conmemoran los 25 años de la caída del Muro de Berlín. Frontera artificial levantada el 13 de agosto de 1961 por el régimen comunista de la autodenominada República Democrática Alemana (RDA) para evitar la huida de los berlineses del este a la Alemania capitalista.
No sea malpensado. Me refiero al Estado. Éste es un debate que sacude el planeta.
El tamaño del Estado (o del gobierno, como dicen en Estados Unidos), por supuesto, importa mucho, pero lo realmente vital es la calidad (como en lo otro, lector malpensado). Lo esencial es cómo, en qué, por qué y quiénes se gastan los recursos que se les entregan, y no a cuánto ascienden.
El New York Times publicó un extenso artículo el miércoles sobre las armas químicas encontradas en Irak. Como se trata de armas químicas, el New York Times denunció que es culpa de la administración Bush y del Pentágono, que supuestamente encubrieron los riesgos médicos que las armas ilegales planteaban para soldados americanos e iraquíes.
En menos de 72 horas, en tres rincones diferentes del mundo se producían sendos acontecimientos paralelos relacionados con el ébola. La auxiliar de enfermería Teresa Romero ingresaba para ser aislada en el Hospital Carlos III de Madrid, el ciudadano liberiano Thomas E. Duncan moría en Dallas por culpa del virus y una cooperante noruega de Médicos Sin Fronteras era repatriada desde Sierra Leona a su país al detectársele la enfermedad. Las tres historias muestran una triple cara de parecidos y diferencias sustanciales.