El Congreso debe poner su atención en lo que sucede en la economía real, donde los americanos van a trabajar cada día, producen los bienes y servicios que otros necesitan, pagan sus impuestos y toman lo que les queda de sus nóminas al llegar a casa para mantenerse ellos mismos y a sus familias. En esa economía, un sistema fiscal más plano, centrado en crear incentivos para el ahorro y la inversión generará empleos, permitirá a la gente mantener la mayor parte de sus nóminas en vez de enviar más a su gobierno y ayudará a poner a Estados Unidos en el camino hacia un presupuesto balanceado.
Los americanos no acatan las instrucciones de Washington. Por su buen carácter y dedicación a los principios de la libertad, los americanos nunca se resignarán a ser los pupilos de un estado burocrático donde todo esté sujeto al control gubernamental, al dictado de los regímenes reguladores y al antojo administrativo. Obamacare es un cáncer. No debemos descansar hasta que nos libremos de él.
A ver si finalmente los políticos de ambos partidos entienden que no pueden seguir gastando indefinidamente. Allí está el problema, no en la poca recaudación. Estados Unidos está a punto de convertirse en el país que cobra el impuesto sobre sociedades más alto del mundo. Después de décadas de esta equivocada línea de actuación, estamos endeudados hasta las orejas, pero lo peor es que, egoístamente, estamos arruinando el futuro económico de las nuevas generaciones. Es hora de cambiar o el Sueño Americano será historia.
Las condiciones de vida de los pobres según la definición del gobierno tienen poca semejanza con las nociones de “pobreza” promovidas por políticos y activistas políticos. Si la pobreza se define como la falta de alimentos nutritivos adecuados para la familia, un apartamento razonablemente cálido y seco o un auto para ir a trabajar cuando se necesite, entonces Estados Unidos tiene relativamente pocas personas pobres.
todas las estrategias de la administración y de sus aliados progresistas consisten en cómo transmitir mejor el mensaje de esta odiada ley según se aproxima el aniversario de su aprobación y mientras la Corte Suprema esté escuchando los argumentos orales sobre su constitucionalidad. Ojalá la administración pusiera el mismo empeño en bajar los precios del combustible o en crear empleos.