Las consecuencias de la ciberguerra son demasiado terribles para que Estados Unidos espere a aprender de los errores. Si empezamos a perder las ciberbatallas frecuentemente, puede significar el final de Estados Unidos tal como lo conocemos. La seguridad de los datos de un país es un arma virtual y estamos indefensos sin ella.
El peligro es que esta intervención se convierta en un precedente, dando legitimidad a los rescates como herramienta estándar de política económica. Semejante resultado sería desastroso no solo para el bolsillo de los contribuyentes sino para la economía en su conjunto, ya que compañías enteras (e inversionistas) eludirían las consecuencias de sus propias decisiones.