La juez de una corte federal de distrito de Washington D.C. ha rechazado la petición del Departamento de Justicia (DOJ) de que se desestimara la demanda presentada por la Cámara de Representantes contra el procurador general Eric Holder para que éste cumpla con su solicitud de entrega de los documentos relacionados con la investigación de la Operación Rápido y Furioso.
Los americanos tienen suficientes razones para estar molestos con el jueguito político que ha llevado a cabo la Casa Blanca poniendo barricadas al Monumento Conmemorativo de la Segunda Guerra Mundial, en Washington. Y desde luego que deberían estarlo. Según la legislación federal, no existen razones que justifiquen el cierre del monumento.
Los medios informativos, el presidente y el Congreso deberían tener cautela a la hora de enumerar a las “víctimas” del cierre del gobierno. Por más que los medios de comunicación nacionales continúen dándole publicidad, la indignación por la suspensión sin goce de sueldo de los empleados federales provocada por Washington no va a tener mucho más recorrido en el resto de Estados Unidos.
De forma muy parecida a lo que sucedió al día siguiente de que dieran comienzo los recortes presupuestarios debidos al embargo de fondos, la mayoría de la gente se levantará hoy viendo que el país y sus vidas no son muy diferentes. Todo el temor y la ansiedad por el cierre del gobierno (que están alcanzando proporciones similares al efecto 2000) es en realidad una distracción.
Algunas de las afirmaciones que se han estado haciendo acerca de qué le sucede al gobierno federal cuando se produce una falta de financiación han estado cercanas a la histeria, como ha sido el caso del senador Tom Harkin (D-IA), que ha llegado a afirmar que un cierre sería “tan peligroso como la ruptura de la Unión previa a la Guerra Civil”. A continuación le mostramos las respuestas a algunas preguntas básicas sobre el cierre del gobierno.