Despilfarrador, ineficaz, fallido.
De todas estas formas han descrito los expertos de la Fundación Heritage los programas públicos que el Congreso va a financiar (con el dinero que tanto esfuerzo le cuesta ganar a Ud.) en su nuevo proyecto de ley ómnibus.
Aquí le mostramos algunos de los grandes fracasos que hay que eliminar o reformar seriamente, pero que en cambio van a recibir millones (o miles de millones) de dólares.
¿Querría Ud. vivir en un país que está perdiendo su libertad? ¿Y en un país que ha perdido terreno en la defensa de los derechos de propiedad y que se ha vuelto más corrupto? Si es Ud. americano, ya está viviendo en ese país.
La edición del 20º aniversario del Índice de Libertad Económica revela que Estados Unidos ha salido del grupo de las 10 economías más libres del mundo.
La región de Centroamérica, el Caribe y Sudamérica consiguió el año pasado una mejora de la libertad económica, pero la corrupción y los frágiles derechos de propiedad impidieron que avanzara más en el Índice 2014 de Libertad Económica, publicado anualmente por el Wall Street Journal y la Fundación Heritage.
Hace cuarenta años, el presidente de Estados Unidos Lyndon B. Johnson declaró en tono desafiante la guerra. No, no era contra el comunismo ni contra las fuerzas comunistas de Vietnam. En su lugar, este texano alto y desgarbado declaró la guerra contra la pobreza. Entre sus comentarios preparados para un Congreso conjunto, Johnson dijo de manera confiada: “…Nuestro objetivo no es sólo aliviar los síntomas de la pobreza, sino curarla y, sobre todo, prevenirla”.
En una vuelta a la teoría y a la política económica de los años 50, el presidente Obama culpó en un reciente discurso a los ricos por concentrar la riqueza y dedicar demasiado poco al consumo: “Es menos probable que la riqueza concentrada en las élites acabe siendo el tipo de gasto del consumidor de amplio alcance que impulsa nuestra economía”