La sesión de declaraciones sobre los sucesos de Bengasi celebrada el pasado día 8 de mayo en el Comité de Supervisión y Reforma del Gobierno de la Cámara les proporcionó a los americanos el primer relato público por parte de un testigo ocular de los hechos acaecidos en Libia el 11 de septiembre de 2012.
Ciertamente, ni siquiera con la retirada de Estados Unidos de Irak y Afganistán se habrá convertido el mundo en un lugar más seguro. Corea del Norte continúa avanzando en sus capacidades de misiles balísticos, el conflicto en Siria se ha vuelto cada vez más violento e Irán amenaza constantemente a Estados Unidos con su programa nuclear en desarrollo y con una lluvia diaria de misiles contra uno de nuestros principales aliados, Israel.
Según el Boston Herald y otros medios de comunicación, la familia de los terroristas que atentaron contra la Maratón de Boston recibió gran cantidad de dinero y beneficios en asistencia social. Esto llama la atención sobre el principio normativo de que los inmigrantes deberían ser contribuyentes netos del gobierno y la sociedad y que no deberían ser una carga para la sociedad americana.
Después de los atentados de Boston, muchos se están preguntando cómo alguien que vino a Estados Unidos con 9 años, asistió a algunas de nuestras mejores escuelas, fue capitán de su equipo de lucha libre, fue al baile de graduación y obtuvo la ciudadanía americana, pudo haber infligido un ataque tan devastador a nuestra sociedad. Las pruebas que están apareciendo sugieren que parte de la respuesta está en que nadie durante la última década le enseñó a Dzhokhar Tsarnaev a amar a Estados Unidos o, al menos, no se hizo una buena labor.
A medida que van surgiendo los detalles relativos al viaje de Tamerlán Tsarnaev a Daguestán y Chechenia en 2012, que su familia ha insistido en que fue simplemente una visita a sus familiares, se plantean nuevas preguntas sobre cómo ese viaje puede haber influenciado o bien su motivación o bien la preparación del atentado contra la Maratón de Boston.