Hace unas semanas, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo que la elección de Hasán Rouhaní como presidente de Irán representa “una llamada del pueblo iraní a favor del cambio” y “una oportunidad para que Irán actúe rápidamente para resolver las profundas preocupaciones de la comunidad internacional sobre su programa nuclear”. Sin embargo, puede que esto resulte una vana ilusión.
El día 23 de agosto, un jurado formado por 13 oficiales de las fuerzas armadas halló culpable al comandante Nidal Malik Hasán del devastador tiroteo ocurrido en Fort Hood, Texas,hace cerca de cuatro años, que dejó a 13 personas muertas y a más de 30 gravemente heridas. Este acto de terrorismo que conmocionó a la nación y a toda la comunidad de las fuerzas armadas de Estados Unidos supone un recordatorio aleccionador de la continua amenaza que representa el terrorismo de origen nacional.
La forma de hablar sobre el terrorismo del presidente de Estados Unidos es muy importante. Como expuso recientemente el presidente del Comité de Seguridad Interior de la Cámara, el representante Michael McCaul (R-TX), “Los grandes líderes no les dicen a sus electores lo que quieren oír; les dicen lo que necesitan saber… El pueblo americano merece poder tomar decisiones bien fundamentadas y que no se les oculten las verdaderas amenazas ni minimizar nuestros verdaderos empeños por combatirlas”.
El Kremlin asestó un golpe diplomático a las relaciones entre Estados Unidos y Rusia cuando Moscú concedió asilo político temporal al exanalista de la NSA Edward Snowden. Así que ahora puede que la Casa Blanca cancele una cumbre entre ambos países que estaba programada para principios de septiembre, aparte de que la política de reinicio de Obama respecto a Rusia requerirá de una reevaluación significativa.