La obsesión de la primera dama Michelle Obama con la “obesidad infantil” ha molestado a muchos desde que comenzó hace dos años, especialmente a los que piensan que sermonear a los padres desde la Casa Blanca debe reservarse para asuntos más urgentes. Ahora se está volviendo algo más serio ya que los reguladores de alimentos están comenzando a violar la libertad de expresión de los anunciantes.