Hace ya un año desde que el abortista Kermit Gosnell fue condenado por asesinato en primer grado y homicidio involuntario tras matar a tres neonatos y causar la muerte a una madre en su clínica de Filadelfia Oeste. Pero, según un grupo de expertos en normativa, legislación y medicina que se reunió en la Fundación Heritage, las ruinosas salas de operaciones, el sucio instrumental y las prácticas poco seguras que pasaron inadvertidas durante dos décadas en la clínica de Gosnell siguen siendo demasiado comunes en Estados Unidos.
El día de hoy marca el primer aniversario de la condena del abortista Kermit Gosnell, que fue hallado culpable del asesinato de bebés vivos mediante procedimientos abortivos tardíos y en pésimas condiciones. Se dictó sentencia en el tribunal el 13 de mayo de 2013, pero es terrible ver cómo se ha privado a los americanos del debate sobre este importantísimo asunto médico en el hemiciclo del Senado de Estados Unidos.
A la luz de la brutalidad que se convirtió en práctica habitual en el 3801 de la Avenida Lancaster y de los casos que han aparecido en otros lugares, los responsables políticos se lo deberían pensar dos veces antes de continuar respaldando financieramente una industria que crea y respalda a tipos como al abortista Gosnell.