La muerte de Osama bin Laden fue una victoria duramente ganada por Estados Unidos, pero los beneficios obtenidos en la búsqueda de ese día de justicia y por librar la guerra de Afganistán —incluido poner a al-Qaeda a la fuga— podrían dilapidarse si la administración Obama continúa con el rumbo establecido.
Al ritmo que vamos, Afganistán puede convertirse, francamente, en otro Vietnam. La estrategia del presidente Obama hace especial hincapié en batirnos en retirada en vez de terminar el trabajo. Una retirada prematura complicará la capacidad de las fuerzas militares para hacer frente a las muchas amenazas en la región, como lo es, por nombrar sólo una, la Red de Yalaluddin Haqqani.