Aumentar el acceso a nuestra energía doméstica ayudaría a reducir los precios de la energía, crear puestos de trabajo y aumentar los ingresos a un gobierno en aprietos financieros. Los reguladores federales deben trabajar para que los permisos regresen a niveles previos a la moratoria y el Congreso debería abrir por completo las costas de Estados Unidos a la exploración y perforación y seguir adelante con el arriendo federal en alta mar.
El objetivo de la política energética de América no necesita ser ni debería ser la independencia energética. Esto no es porque los americanos deban ser dependientes de fuentes foráneas para sus necesidades energéticas, sino porque las políticas centradas en los mercados son una mejor manera de asegurar que cada ciudadano tenga acceso a energía asequible.