Así que cuando Armendáriz habló de “crucificar” a las compañías petroleras y gasíferas, no fue una sorpresa. Su crimen fue decir lo que el resto de la administración Obama (incluido el presidente) ha estado pensando y haciendo todo este tiempo. La semana pasada, Armendáriz se disculpó y calificó sus comentarios como “una manera ofensiva e imprecisa de reflejar nuestras iniciativas para tratar las potenciales violaciones de las leyes medioambientales de nuestra nación”. De hecho, aunque sus palabras fueron gráficas, también fueron demasiado acertadas pintando la situación. La administración Obama tiene una obvia agenda política que no se centra en hacer cumplir las normas, sino en atacar de forma vengativa a una industria que no se adecúa a su agenda verde, incluso aunque los americanos dependan de las compañías petroleras y gasíferas todos y cada uno de los días.