Si el pasado es prólogo, la obsesión actual con el gasto deficitario keynesiano como estímulo desaparecerá, como siempre lo ha hecho en el pasado, tanto en este país como en otros lugares. Tal vez este sencillo artículo del Washington Post marque el comienzo del fin de la más reciente encarnación de este disparate fiscal.
Las políticas de la administración de Obama han fracasado hasta este punto y un estancamiento a largo plazo al estilo de Japón también podría producirse a menos que haya un fundamental cambio de rumbo y se tomen pasos decisivos. Los dos pasos más importantes son detener las arremetidas reguladoras del gobierno federal y poner el presupuesto federal en un camino creíble hacia el equilibrio mediante la reducción del gasto de forma rápida y constante.
WEBMEMO #3337 El viernes, 5 de agosto, Standard & Poor’s (S&P) rebajó la calificación crediticia de Estados Unidos desde AAA –la mejor de su clase— hasta AA+. De un plumazo, S&P envió dos mensajes distintos y de gran alcance. En primer lugar, como la Fundación Heritage y muchos otros advirtieron, las reducciones del gasto en el acuerdo negociado por el presidente Obama para subir el límite de la deuda eran total y infortunadamente inadecuadas. En segundo lugar, la economía global, la economía nacional y las finanzas de los estados, todas a …
En el improbable caso de que el gobierno de Estados Unidos llegara al verdadero límite de la deuda el 2 de agosto, según lo que nos han vendido, el gobierno federal todavía estaría camino de recaudar unos $2,2 billones en este ejercicio fiscal. Eso no va a cambiar. Y el interés neto para el año aún sería de unos $205,000 millones, o sea, menos de una décima parte de los ingresos por recaudación. Y a la luz de las consecuencias, no hay duda de que el presidente Obama y su secretario del Tesoro se asegurarían de que los pagos de intereses se hagan a tiempo y en su totalidad.