No ponga mucha fe en la idea de que los políticos en general saben de economía. Muchos ciudadanos lo creen y se basan en la premisa de que “por algo los habrán elegido, si no, no estarían ocupando el cargo…” Pero la realidad es otra, mire a la pobre Venezuela o el giro negativo que está dando el hasta ahora próspero Chile.
Comentaba el periodista y escritor español Javier Reverte sobre el fracaso europeo, “que tiene dos caras: la de un capitalismo que ha vuelto a recuperar sus hábitos de voracidad despiadada y la de una ideología socialdemócrata que no ha sido capaz de sujetar las riendas al desbocado capital financiero”.
¿Por qué los latinoamericanos apenas inventamos o innovamos? El periodista Andrés Oppenheimer, colaborador de CNN y de otros cien medios de comunicación, ha retomado con ímpetu la hiriente pregunta. La ha planteado en un libro excelente de título imperioso y subtítulo descriptivo: ¡Crear o morir! La esperanza de Latinoamérica y las cinco claves de la innovación.
La “naturalización” es el proceso legal por el que los inmigrantes se convierten en ciudadanos como si fuera por naturaleza. La idea de la naturalización brota de las ideas políticas de la Fundación. Las personas tienen derecho a emigrar de su patria, pero no tienen derecho de inmigrar a este país sin el consentimiento del pueblo americano según lo expresado en las leyes de Estados Unidos.
El terrible episodio de los 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, asesinados por narcotraficantes, supuestamente comisionados por la Policía para cometer ese crimen, demuestra que México exhibe el síntoma más grave de los Estados fallidos: la pérdida casi total del principio de autoridad.