En los pasados diez años, Estados Unidos ha dedicado significativos recursos para el desarrollo de una estrategia de contrainsurgencia para combatir los enemigos no tradicionales sobre el terreno. Como ha mostrado el escándalo global de la publicación no autorizada de materiales gubernamentales clasificados en el sitio web de WikiLeaks, es hora de una estrategia de contrainsurgencia también en el ciberespacio.