Hace hoy tres años, el presidente Barack Obama firmó y promulgó como ley su paquete de estímulo de un billón de dólares, una medida que él prometió que salvaría o crearía tres millones de empleos para finales de 2010 y que impediría que el desempleo subiese más del 8%. Y aunque hoy el presidente probablemente alegaría que gracias a sus esfuerzos la economía de Estados Unidos está creciendo, no le crean. Se ha pronunciado el veredicto: La Obamanomía, o sea la economía a lo Obama, ha fracasado.
Las cifras de hoy sobre crecimiento del empleo son buenas noticias, son el equivalente de ganar una carrera con un bloque de concreto amarrado a una pierna. Por supuesto que uno puede llegar a la meta, pero podría haberlo hecho mucho más rápido si se hubiese desprendido del peso muerto. La economía de Estados Unidos está luchando por liberarse del peso muerto de la deuda, el gasto insensato, la incertidumbre, el exceso de regulación administrativa, los altos impuestos y un código tributario complejo y contraproducente.
Este gráfico se vería muy distinto si se aprobara el plan de reforma fiscal de la Fundación Heritage. Ese plan, que forma parte de la propuesta Para Salvar el Sueño Americano: El Plan de Heritage para arreglar la deuda, reducir el gasto y restaurar la prosperidad, establece una tasa única y baja para las personas y reemplaza todos los impuestos federales sobre ingresos, impuestos sobre la nómina, el impuesto a la muerte y la mayoría de impuestos especiales.
El código tributario de Estados Unidos necesita ser reformado, pura y simplemente. El actual sistema fiscal desalienta el ahorro, la inversión y el espíritu emprendedor. Es un freno a la productividad, el crecimiento del empleo, la competitividad internacional y los salarios. Es complicado más allá de lo imaginable y eso tiene que cambiar. La buena noticia es que hay una solución que puede constituir el fin del complejo código tributario americano de una vez por todas: El “Nuevo impuesto único”(flat tax) de la Fundación Heritage.