“Cuando no puedas hacer que vean la luz, haz que sientan el calor”. Ayer, el sensato consejo del presidente Ronald Reagan sonaba verosímil. Los activistas de base y de grupos conservadores, liderados por Heritage Action for America (Acción por América de Heritage), desbarataron el plan para subir los impuestos a ciertos americanos y a los pequeños negocios.
A última hora de hoy, la Cámara de Representantes, liderada por los republicanos, votará sobre el “Plan B”, la más reciente e insatisfactoria propuesta presentada por el vocero John Boehner (R-OH) para evitar el abismo fiscal. El plan de Boehner protegería a la mayoría de americanos, excepto a los millonarios, de la subida de impuestos. Pero incluso este es un mal arreglo, pues ignora el problema real: el gasto.
El estudio de la economía que no presta atención al detalle agrupa tanto gastos como impuestos; el estudio de la economía que se hace meticulosamente los analiza por separado así como en conjunto. Una vez distinguido esto, queda claro que la composición de la “austeridad” importa: las subidas de impuestos contraen la economía; los recortes al gasto hacen crecer la economía.
Siempre ha habido un campo reformista en China, lo que pasa es que viene de perder cada batalla política importante en los últimos nueve años. Pero ahora los reformistas vuelven a la carga. No van a tener éxito este año o el próximo, pero por lo menos tienen un chance – por primera vez en una década.
Este gráfico se vería muy distinto si se aprobara el plan de reforma fiscal de la Fundación Heritage. Ese plan, que forma parte de la propuesta Para Salvar el Sueño Americano: El Plan de Heritage para arreglar la deuda, reducir el gasto y restaurar la prosperidad, establece una tasa única y baja para las personas y reemplaza todos los impuestos federales sobre ingresos, impuestos sobre la nómina, el impuesto a la muerte y la mayoría de impuestos especiales.