La izquierda fundamenta su plan en una peligrosa mala interpretación de la Decimocuarta Enmienda. Emplean una retórica engañosa para pintar como los salvadores de la Constitución a los que tanto gastan. Dicen que es la solución constitucional para proteger nuestra economía del supuesto Armagedón que supondría el impago de la deuda o unas devastadoras reducciones del gasto.
Es difícil imaginarse que una nación que comenzó, al menos en parte, como resultado de la oposición a un mandato británico que daba un monopolio a la Compañía Británica de las Indias Orientales e imponía un impuesto nominal sobre todo el té vendido en América se hubiese metido a crear un gobierno con el poder de obligar al pueblo a comprar té en primer lugar.