El caso del líder político venezolano Leopoldo López, encarcelado sin sentencia desde el 18 de febrero de 2014, parece tan claro que la incapacidad para conseguir su libertad es testimonio del pobre estado de la democracia en varios países del continente americano. El abandono y la silenciosa complicidad de muchos es problemático. Es hora de presionar fuertemente por la libertad de Leopoldo López y de otros prisioneros políticos en Venezuela.
A principios de este mes, el secretario de Estado John Kerry instó al Congreso para que no respondiera a la mortífera represión del gobierno venezolano contra la oposición democrática de su país. Recientes conversaciones de alto nivel entre el gobierno venezolano e importantes miembros de la oposición han llevado a que el secretario crea erróneamente que esta crisis finalizará pronto.
Los recientes acontecimientos de Venezuela son simplemente las primeras consecuencias de un siniestro plan que se ha expandido rauda e irreverentemente en Latinoamérica.
El eslógan propagandístico “Socialismo del Siglo XXI”, que intenta expresar vaguedades conceptuales muy convenientes a los maquiavélicos fines de la izquierda, ha servido como máscara del poco conocido pero nocivo Foro de San Pablo.