Entre las actitudes habituales del antiliberalismo más rancio figuran el odio al libre comercio y la idea de que estamos gobernados por una secreta conspiración capitalista. Ha vuelto a florecer a propósito de la Asociación Transatlántica sobre el Comercio y la Inversión (TTIP), el acuerdo entre la UE y EE.UU.
Se suele distinguir entre dos corrientes liberales claramente marcadas ya desde el siglo XVIII, a saber, la francesa, de carácter racionalista y centrada en las formas políticas, y la inglesa, de carácter evolutivo y centrada en las ideas jurídicas de protección a las libertades y bienes individuales de las personas.