Hablar del excepcionalismo americano enfurece a algunos progresistas.
Por ejemplo, el tema llevó a Oliver Stone y al profesor de la Universidad Americana, Peter Kuznick, a escribir un artículo en el periódico USA Today en el que decían que en Washington debería haber un muro con “los nombres de todos los vietnamitas, camboyanos, laosianos y las personas del resto de países que murieron [en la Guerra de Vietnam]”. Eso, indicaron, sería “un monumento conmemorativo acorde con todas las víctimas del ‘excepcionalismo americano’, un lápida para uno de los mitos americanos más peligrosos”.
Los Fundadores de Estados Unidos querían establecer un país que pudiera perdurar durante generaciones y comprendían que una enorme deuda podría poner en peligro su proyecto. Sabían que administrar las finanzas públicas para obligar al gobierno a vivir dentro de sus posibilidades era el modo más prudente de proceder.
Hoy, la Constitución cumple 226 años. Así que no olvidemos que ésta establece que el presidente “cuidará de que las leyes se ejecuten fielmente”.
Sin embargo, la administración Obama ha hecho justo lo contrario, retorciendo la legislación y haciendo caso omiso de las limitaciones constitucionales a su autoridad.