La Constitución confiere el poder de encargarse de la política exterior al gobierno federal, específicamente al presidente y al Senado. El presidente lidera a la hora de elaborar la política exterior de Estados Unidos como jefe de la diplomacia de la nación con la facultad constitucional de firmar tratados y nombrar embajadores. Esta autoridad, sin embargo, se la otorga la Constitución al Senado mediante el poder de “consejo y consentimiento”: no sólo el Senado deberá aprobar los nombramientos presidenciales o tratados, sino que también puede modificar los tratados.
La Constitución confiere al gobierno federal el poder de hacer política exterior. Impide a los estados entrar en “cualquier tratado, alianza, o confederación”. En el seno del gobierno federal, la Constitución divide el poder de hacer política exterior entre el presidente y el Senado, dándoles una autoridad compartida para formular tratados y extender reconocimiento diplomático a otras naciones.
Estados Unidos es una nación soberana. La soberanía es una idea simple: Estados Unidos es una nación independiente, gobernada por el pueblo americano, que controla sus propios asuntos. El pueblo adoptó la Constitución y creó un gobierno. Elige a sus representantes y hace sus propias leyes. Los Padres Fundadores comprendieron que si América no tenía soberanía, no tendría independencia. Si una potencia extranjera puede decirle a América “lo que tenemos o no tenemos que hacer” según escribió George Washington a Alexander Hamilton, eso significaría que “todavía seguimos buscando Independencia y …